DE LAS COMPETENCIAS A LAS COMPARTENCIAS
Habitamos un mundo donde competir es
esencial, porque así lo aprendimos en el paradigma de la separabilidad, y para
lograrlo hemos de hacernos competentes.
Ser competentes se ha definido como el
arte de desarrollar habilidades o aptitudes externas, a las cuales
denominamos competencias, y en estas se ha apoyado el supuesto
éxito personal y organizacional.
¿Y qué hemos logrado con ello?...
Fundamentados en las metáforas desarrollistas del evolucionismo hemos generado
culturas jerarquizadas, patriarcales, que separan, dividen, desintegran y
abusan, en nombre de la productividad, la explotación de la naturaleza y más,
llevando a la supremacía del que denominan el más fuerte.
Y ¿no será acaso que el más fuerte es el
que tiene una mayor capacidad de adaptación, porque tiene una mayor capacidad
de cooperar y de compartir?
Y en ese orden de ideas, ¿no será que ya
es hora de entender que estamos ante la imperativa necesidad de un modelo de
desarrollo armónico y sostenible, que se fundamente en las compartencias,
es decir en las actitudes internas, que nacen de una consciencia evolucionada?
Sobre la base de nuestro papel
participativo, de nosotros se espera que proactivamente estemos dispuestos a
romper con la imagen estática del mundo y de nosotros mismos y que, desde la
perspectiva del paradigma participativo y en constante flujo, entendamos que la
realidad siempre está desplegándose, y que hacemos parte de ese flujo, en el
cual existe una multitud de posibilidades, las cuales estamos dispuesto a
explorar, para recrearnos a nosotros mismos, en una danza de observación -
acción – evaluación – resultado, para
alcanzar el futuro que anhelamos.
Para entenderlo mejor, miremos desde la
cosmovisión emergente que recupera el sentido de conexión y entrelazamiento de
nuestra manera de actuar con nuestra producción de sus resultados. Y pensemos
por un momento en el paradigma "individualmente somos talentosos,
en equipo nos hacemos competentes''... ¿ves la diferencia? ... No somos
competentes en forma individual, nos hacemos competentes actuando en equipo,
porque es allí donde ponemos en valor nuestros talentos y hacemos competente al
equipo.
Vivimos en una era donde los
tradicionales modelos de desarrollo bio – psico – social piden a gritos ser
superados, donde la inseparabilidad se nos demuestra sin parar, clamando que el
sistema basado en el competir se sustituya por un sistema fundamentado en el
compartir y en la eliminación de fronteras, que haga posible la cooperación
reciproca.
‘’Las creencias que albergamos sobre nosotros
mismos y sobre los demás se refuerzan a sí mismas, estableciendo una incidencia
recurrente de experiencias similares, que aferran a la verdad percibida de
quienes somos, haciendo que nuestra capacidad para cambiar o evolucionar quede
obstruida, porque quedamos atrapados en un único surco, el surco de nuestras
creencias de autorreferencia, que bloquean toda oportunidad para crecer y
cambiar’’.
Estas primeras reflexiones, de las
competencias a las compartencias, se constituyen en un tema que ameritará
muchos escritos, y nacen de la lectura de un acápite del capítulo V del
libro ''Por los Senderos del Alma'', escrito por el Dr. Jorge Iván Carvajal
Posada, quien nos regala las dos palabras, competencias y compartencias, contrastadas.
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