Del talento a la competencia.
Ignacio Bernabé.
Presidente de TALENT Great Team.
Presidente de IVAFE
Hoy en día sabemos que el talento es lo que
diferencia a las organizaciones altamente competentes de otras
que no lo son, y también podemos afirmar que tan sólo se pone en valor un 20%
del talento de los profesionales en las empresas. Es en este
sentido donde los equipos altamente competentes se distinguen.
Estos equipos creen por encima de todo en ellos mismos y en el valor
superior que las personas, cuando hacen de ellas un auténtico equipo, llegan a
alcanzar. Desde esta firme creencia los profesionales son capaces de poner en
valor todo su potencial y se centran en transformar el talento individual en
alta competencia colectiva. Pero ¿cómo lo hacen?
Los equipos que creen por encima de todo en ellos
mismos y en el valor superior de las personas son los que crean un auténtico
equipo.
Para hacer posible esa alquimia los grandes equipos
gestionan varios aspectos o condicionantes (naturales, adquiridos,
motivacionales, y ejecutivos) que se liberan a través del compromiso,
y que bien trabajados actúan como potenciadores y nada o mal trabajados actúan
como limitadores. El conjunto de estos aspectos lo denomino los círculos
de la competencia.
Las personas generamos valor cuando liberamos lo
que somos capaces de hacer, lo que sabemos hacer, lo que queremos hacer, lo que
podemos hacer, y lo que nos comprometemosa hacer. La pérdida de
potencial viene cuando lo que nos comprometemos a hacer y lo que hacemos, está
muy lejos de lo que somos capaces de hacer, es decir, de nuestro potencial. El
objetivo es generar tanta competencia en el equipo como potencial existe, o lo
que es lo mismo, es conseguir hacer de la mejor manera posible aquello
que somos capaces de hacer mejor que otros.
Las personas generamos valor cuando liberamos lo
que somos capaces de hacer, lo que sabemos hacer, lo que queremos hacer, lo que
podemos hacer, y lo que nos comprometemos a hacer.
Para ello los equipos altamente competentes se
centran en conocer y en reconocer el talento de cada uno de sus integrantes y
en alinear ese potencial con la estrategia del equipo. A partir de ese círculo
de competencia (círculo del potencial) nos podemos centrar en facilitar
a cada individuo en particular y a todos como equipo, el conocimiento necesario
para saber hacer (círculo del conocimiento), los medios
oportunos para poder hacer (círculo de los recursos) y las motivaciones
imprescindibles para querer hacer (círculo de la motivación), lo que
ayuda finalmente a generar el compromiso necesario para poner en valor todo ese
potencial (círculo del compromiso).
La competencia se obtiene al poner en valor lo
que se es capaz de hacer, lo que se sabe hacer, lo que se quiere hacer, lo que
se puede hacer y lo que uno se compromete a hacer. Por tanto, la competencia no
puede interpretarse como un conjunto de capacidades inherentes a una persona o
equipo (innatas y aprendidas); sino que es el resultado de la puesta en valor
de un conjunto de capacidades naturales y adquiridas, motivaciones
y recursos, a través de un compromiso. Una empresa que pretenda hacer de ella
un auténtico gran equipo debe preguntarse ¿cómo estamos
trabajando la gestión y el desarrollo estratégico del talento en nuestra
empresa?
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