lunes, 18 de enero de 2016
La Iglesia del Amor
Texto cátaro del año 1148
La Iglesia del Amor no tiene estructura, solamente la comprensión.
No tiene miembros,
salvo aquellos que sienten y saben que pertenecen a ella.
No tiene rivales,
Pues no alimenta el espíritu de competición.
No tiene ambición,
Pues sólo busca servir.
No conoce fronteras, pues el amor no lo hace.
No se limita a sí misma,
Pues busca enriquecer a todos los grupos y a todas las religiones.
Ella reconoce todas las grandes enseñanzas,
Que en todas las épocas han manifestado la Verdad del Amor.
Quienes pertenecen a ella practican la verdad del amor con todo su ser.
Quienes son, lo saben.
Ella no busca enseñar, sino ser,
para, por ese estado de ser, poder dar.
Reconoce la tierra entera como un ser vivo del cual todos formamos parte.
Reconoce que ha llegado el tiempo de un último giro,
lejos de la egocentricidad, de un retorno voluntario a la unidad.
Ella no se da a conocer en alta voz,
sino que trabaja en los dominios de la libertad del ser.
Saluda a todos aquellos que han iluminado el camino del amor,
y al que han dedicado su vida.
En sus filas no hay una jerarquía ni una organización rígida,
pues cada uno es igual al otro.
No promete otra recompensa, ni en esta vida ni en la otra,
que no sea la alegría de ser y estar en el amor.
Sus miembros se reconocen por sus obras y por su ser,
y por sus ojos, y por ningún otro signo exterior,
que no sea el apoyo y el abrazo fraternal.
Ellos no conocen el miedo, ni la vergüenza,
y su testimonio será siempre valioso
tanto en los buenos momentos como en los malos.
La Iglesia del Amor no tiene secretos,
ni otro misterio o iniciación que no sea
una gran comprensión del poder del Amor,
y el saber que, si se desea, el mundo cambiará,
pero solamente si uno se cambia a sí mismo en primer lugar.
Aquellos que sienten que forman parte de ella, pertenecen.
Todos ellos forman parte de la Iglesia del Amor.
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