Hola amigas y amigos. Este mes queremos compartirles apartes de una
entrevista publicada en el Periódico de la Vanguardia, España, realizada por
Lluís Amiguet al Director de la Filarmónica de Boston Benjamín Zander.
Tengo un amigo que se ha gastado una fortuna en clases de violín para su
hijo, y el chaval pasa.
entrevista publicada en el Periódico de la Vanguardia, España, realizada por
Lluís Amiguet al Director de la Filarmónica de Boston Benjamín Zander.
Tengo un amigo que se ha gastado una fortuna en clases de violín para su
hijo, y el chaval pasa.
-¿De verdad quiere que su hijo toque el violín?
-Me hace muchísima ilusión.
-Pues que le pague un dinerito por aprender: unos dólares por hora de clase.
-¿Eso es todo su consejo? ¿Unas pesetillas?
-¿Quiere que ese niño toque el violín más allá de ese dinerito?
-Sí.
-¿Quiere que sea un violinista que haga vivir cosas nuevas a millones de
personas?
-¡Sí!
-Entonces pídale que toque un poquito para usted y concéntrese en lo mejor
de su interpretación: entorne los ojos al escucharle, emociónese con ese
violín de su hijo y después exprésele lo mucho que le ha conmovido y, si lo
ama de verdad, llore.
-¿Es que no recuerda usted cómo suena un violín mal tocado?
-¿Cuando un niño se echa el primer pedito no lo celebran sus padres con
aplausos?
-También es una interpretación.
-¡Y se emocionan! ¡Hasta puede que derramen una lágrima! ¡Y es caca! ¡Pero
también es amor! Sólo le pido que celebre el esfuerzo de su hijo. No le
ponga usted primero un cero y después le exija un sobresaliente.
-¿No hay que exigir más a los que quieres?
-En la vida, debes poner primero la buena nota a los tuyos y luego pedirles
más, pero sólo después de reconocerles todo lo que han sido capaces de
lograr, debes animarles a que lo hagan mejor. Tal vez no le ha dicho usted
nunca a su hijo qué bien juega a fútbol o qué bien canta o lo simpático que
es o tal vez hace mucho que no se lo dice. Y tal vez por eso el chaval se niega a tocar el violín.
-Yo creía en la exigencia.
-Mire, yo llevo 30 años dirigiendo la Filarmónica de Boston.
-Lo sé: nadie dirige Mahler como usted.
-Algo he aprendido, pero me equivoqué muchísimo durante mucho tiempo, porque
exigía a mis músicos antes de premiarles: les pegaba gritos y broncas en
público. Yo estaba convencido de que así dirigía la orquesta...
-¿No se trata de eso, de dirigir?
-¡Cuánto me equivocaba! No es el director el que hace la música: son los
músicos. Yo creía en la jerarquía y en el que manda y el que obedece, porque
el que manda es mejor y sabe lo que le conviene al de abajo. Y no es así.
Así vas al desastre.
-¿Qué es dirigir entonces?
-Dirigir es ayudar a otros, que no son peores que tú sino que son como tú, a
que descubran y aprovechen la posibilidad de ser mejores contigo...