Por Cristina Perrucci, Cocrear.
“… no me he atrevido a decirlo, porque hablar de amor es tabú y sospechoso, pero quiero decirlo de todos modos: esa tendencia a la espontánea recurrencia de interacciones que es el fundamento de lo social, se da en la dimensión del amor. Cualquier otra cosa es hipocresía” Humberto Maturana – "Transformación en la convivencia”
Ofrecerte mis disculpas es mi forma de reconocer que lo que hice y dije te ha lastimado. Que ciertamente no tengo derecho alguno a lastimarte o a lastimar a otros, y más que todo y sobre todo, que hay pocas cosas –aunque a veces lo olvide- que me hagan tanto daño como lastimar a las otras personas.
Ofrecerte disculpas es reconocerte “como legítimo otro”, como un ser que merece lo mejor de mi, y es darte a conocer que quiero construir contigo la mejor relación posible.
Ofrecerte disculpas es aprender a construir un mejor espacio y una mejor relación para lo que lo mejor tenga lugar entre nosotros.
Es darme cuenta que quiero lo mejor para ti; y también lo mejor para mí. Porque en mi trato contigo, te enseño cómo quiero que me trates. Y también porque lo que considero bueno para ti es lo que considero bueno para mi.
Es pararme en el espacio de aprendizaje constante, reconociendo mis propios errores, y abriendo espacios para que puedas tú también reconocer los tuyos.
Es hacerme responsable de mis propias acciones. Es poner mis valores por delante de mi orgullo...
Es abrir mi mano...
Es darme cuenta que no es lo mismo callarlo que decirlo, que desde cada una de esas elecciones creamos una realidad muy diferente.
Te ofrezco disculpas en lugar de “Te pido Perdón”. Porque ofrecértelas es un acto absolutamente mío que no depende de que tú me des nada; es un acto que, de algún modo, comienza y termina en mi ofrecimiento, está libre de depender de la respuesta que tú me des para que yo me sienta en paz conmigo.